Como si fuera el guardián del portal de los sueños, un hombrecillo amable se me apareció para detallarme las condiciones que regían el sueño en el que estaba a punto de entrar.
-Dilo otra vez -le pedí.
-Los nigromantes se alimentan de flores.
Las flores se alimentan de esferas invisibles.
Las esferas se alimentan de árboles recién nacidos.
Los árboles se alimentan de los sueños de los niños.
Y los niños se alimentan sólo de luciérnagas...
-respondió el duende con aspecto de no querer revelar lo que comen las luciérnagas.
Pero me advirtió:
-Ten cuidado con ellas.
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